CAPÍTULO VI
ENTRE ESPAÑA Y AMÉRICA
LA PREGUERRA ESPAÑOLA
En el año 1929 la familia Rodríguez del Villar estaba completa con cinco hijos varones que crecían en Barcelona, los que tenían edad suficiente iban al colegio de los jesuitas. Álvaro, el mayor ya tenía 11 años y acompañaba a sus padres a los conciertos en el espectacular Teatro del Liceo de Barcelona, estudiaba violín y destruía todos los radios que llegaban a su casa para familiarizarse con su funcionamiento; su única contribución a las artes plásticas consistía en tallar para su padre los palitos de modelar que utilizaba cuando trabajaba el barro; de niño, Antonio había aprendido a tallarlos con una navaja grande, después enseñó a su hijo que los hizo para él por mucho tiempo. Fue en esa época cuando Antonio asistió al estreno del Bolero de Maurice Ravel en España, relataba, recordando esa ocasión que un par de señoras tuvieron que salir acaloradas y a punto de desmayarse; hasta allí había llegado la connotación sexual del tema que, en Francia, la célebre bailarina Ida Rubinstein ejecutaba imprimiéndole su legendaria sensualidad. De esta época data su breve amistad con el famoso tenor Hipólito Lázaro, a quien realiza una escultura ataviado como Radamés, personaje central de la ópera Aída.
A ese Álvaro que escondía los libros porque, según su madre leía en exceso, le seguía Julio que sí había heredado, como su hermano menor Gonzalo, la inclinación por las artes, pero la debilidad de ambos era la pintura…y lo fue durante todas sus vidas. Julio también estudiaba música y tenía una inclinación particular a ver la realidad desde un punto de vista muy poco tradicional…había absorbido la totalidad de la esencia bohemia de su padre.
Cuando viajaban todos o asistían a algún espectáculo o un restaurante, llamaba la atención aquella hermosa familia, con sus hijos todos varones, guapísimos en casi exacta diferencia de edad y los padres distinguidos y orgullosos; me imagino que fue aquélla, la época más feliz en la vida de Antonio que, como siempre, seguía trabajando, enseñando y viajando.
La situación política, en España, se complicaba cada vez más. En el año 1929 renuncia Primo de Rivera, ministro de derechas; dos años después, en abril de 1931 abdica el Rey Alfonso XIII, se proclama la República y cambian hasta los colores de la tradicional bandera española. En una familia con simpatías hacia la monarquía, debió ser un trago amargo todo aquél ajetreo político que llevaba al país de uno hasta el otro extremo ideológico. Mucho se debió comentar el hecho en la intimidad del hogar cuando Álvaro, en perfecto uso de las facultades que le permitían ejercer sus doce años, se las arregló ese conmocionado 14 de abril para dibujar tradicionales banderas españolas de dos colores y lanzarlas por el balcón a la calle como protesta a la nueva bandera tricolor que imponía la Segunda República.
Se declara la autonomía de Cataluña, hay saqueos en algunas iglesias y los campesinos se sienten con derecho a tomar las tierras que trabajan. Al año siguiente fracasa un intento de Golpe Militar en Sevilla. Barcelona agitada socialmente se transforma en un espacio incómodo para la familia que es, alguna que otra vez, agredida verbalmente en la calle por los simpatizantes del nuevo orden; la elegantísima Elvira, con sus abrigos de piel y sus niñeras acompañando a los pequeños, no era, precisamente, una imagen representativa de la nueva España. Sin embargo, en el año 33, Manuel Azaña, Presidente de Gobierno provisional, es obligado a dimitir y en las siguientes elecciones se forma un gobierno de derechas y la reforma anterior es puesta al margen. Durante este controversial año. Antonio vuelve a viajar a América, va Santo Domingo y Puerto Rico como lo atestiguan periódicos de estos países los que aparecen entrevistas y resúmenes de la vida artística de Antonio, ejemplo de ello lo encontramos en El Mundo, de Puerto Rico (21/06/1933):
Nadie ha entonado un himno a la Raza que tenga resonancias tan cordiales y amplitudes tan gigantescas como este animador de la Historia que nos muestra con el sencillo ademán de quien enseña las fotografías de sus hijos, los retratos de ese poema en piedra y bronce que es el monumento a Bolívar en el Campo de Carabobo.
Allí realiza bustos de personajes políticos (Rafael Martínez Nadal, Presidente Trujillo) e intelectuales y algunos encargos de poca envergadura.
Antonio regresa a una España inestable donde continúan las insurrecciones y el descontento de los trabajadores; entonces, es aconsejado para que abandone el país y se le propone el cargo de vicecónsul.
El artista pide ir a Abisinia, recordando su viaje de juventud en el que había visitado Etiopía, en esta ocasión pensaba llevar al mármol sus observaciones para, posteriormente realizar una exposición; sin embargo, en el pequeño país independiente estalla la guerra en el año 34, ante la invasión del ejército italiano. Hispanoamérica vuelve a llamar la atención del Antonio: Panamá. Cierra su casa en España y tras un breve viaje a Venezuela, se encuentra con la familia en su nuevo hogar.
PANAMÁ Y LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Desde finales del año 35 a finales del 39 Antonio realiza varios proyectos en ese país: el más llamativo fue la decoración de la fachada y el vestíbulo de la Escuela Normal de Santiago de Veraguas Juan Demóstenes Arosemena.
Se planeó una obra física gigantesca para demostrar toda la pujanza y esfuerzo que el gobierno intentaba plasmar en esa región (…) El ingeniero constructor fue Luis Caselli, supervisado por una junta de profesionales (…) El área total del terreno era de 42,500 metros cuadrados, de los cuales 3921 se destinaron para dormitorios, 4123 para edificios de enseñanza, 870 para las casas del director y subdirector, 518 dedicados a pasillos (…) La capacidad para alumnos era 1200.
Santiago de Veraguas vivió el 5 de junio de 1938 [fecha de la inauguración de la Escuela Normal], unos momentos históricos de grata recordación para los miles de visitantes que acudieron a presenciar tan importante acto. La ciudad se había vestido con sus mejores y relucientes galas, pero sobre todo con un contagiante entusiasmo por todos los sectores, que se veían totalmente engalanados (http://www.alonsoroy.com/era/era09.html).
Sin embargo en el momento de la inauguración, la Escuela Normal no posee, todavía la decoración de la fachada y del vestíbulo que realizaría Antonio entre los años 39 y 40.
Era éste un periodo inestable, de enfrentamientos civiles en Panamá “ a pesar de todas las incertidumbres políticas, el gobierno logra realizar algunas grandes obras necesarias para el país” (Ureña, Conferencia,16/07/2008). El arquitecto de la obra; Luis Caselli, parece detener la evolución que se observa en su obra que, para la época, había abandonado los “elementos decorativos y neo-coloniales por las líneas sobrias de elegantes formas circulares y sobre todo simplicidad en la presentación de la fachada” (Ureña, Conferencia,16/07/2008), sin embargo
se respira en toda la construcción arquitectónica [de la escuela Normal]un regreso sobrio a un hispanicismo “retro” como los repetidos arcos dispuestos a lo largo de los pasillos y corredores y materiales de construcción obsoletos para el momento pero estéticamente coherentes con el estilo de arquitectura escogido (…) Creo que las verdaderas motivaciones que llevaron a Caselli a aceptar la decoración de la fachada y el interior del edificio, tienen su origen en el clima nacionalista y triunfalista en boga, no sólo en cierta parte de la intelectualidad istmeña, sino también imperante en Europa (…) Interpretaciones criollas de un “Deco”, marcadamente Retro con fuerte influencia seudoplateresca. (Ureña, Conferencia, 16/07/2008).
El trabajo minucioso y delicado que realiza Antonio en esa maravillosa edificación, presenta una serie de alegorías y símbolos que van desde las figuras humanas hasta las réplicas escultóricas de varios cuadros del Museo de El Prado de Madrid, pasando por relieves representativos de personajes célebres como Cervantes, Leonardo da Vinci y Simón Bolívar y motivos vegetales con reminiscencias de Art Noveau, incluso en la parte inferior de las columnas de la entrada pueden observarse grupos de personajes femeninos con los trajes típicos de la región; un universo de imágenes que es necesario contemplar para asimilar y entender cómo, a pesar de su heterogeneidad, forman todas ellas una equilibrada composición, combinación armoniosa y absolutamente desprovista de excesos. Corona el portal de la edificación una representación de los valores que deben reposar en una institución educativa, presidiéndolos La Sabiduría, una hermosa mujer que parece cobijar otras figuras humanas, en una composición triangular; bajo los brazos de esta figura imponente, los escudos de la Escuela de Señoritas y de Santiago de Veraguas. No es ésta la primera vez que observamos una trilogía femenina en las composiciones de Antonio, con el fin de personificar algún tipo de alegoría –al igual que se observa en el monumento de Carabobo. Podría decirse que este tipo de representación conforma un leit motiv utilizado por el Rodríguez del Villar en las obras escultóricas que poseen una carga significativa, una temática; obras que son tratadas como “texto” –como ya mencionamos en otra anteriormente- por el autor que goza de plena libertad para representar sus ideas y para interpretar el concepto que deba representar determinada obra escultórica.
En la decoración de la fachada observamos altorrelieves de figuras humanas que parecen escaparse del muro para convertirse en esculturas de volumen de exquisita perfección anatómica. Toda la inclinación neoclásica del artista se desborda con libertad tanto en la fachada como en el interior de la edificación donde las columnas están totalmente decoradas, así como los paneles de la galería del segundo piso que se muestran hacia el vestíbulo hermosamente trabajados, así como parte de las paredes, el marco del portón hacia el auditorio y una elaborada decoración que sirve de marco al gran reloj principal. Antonio realizó los moldes de todos estos diseños en España.
El material con el cual se hizo la decoración es una mezcla de arcillas o barro cocido, mezcla al frío sacada de moldes (como en la escultura en metal, se hace el modelo, se saca el molde y se rellena con la mezcla) (…) Esta técnica decorativa fue muy usada en la arquitectura plateresca del sur d España…sobre todo en Sevilla y estuvo muy de moda en los edificios de inicios del 1900.(…) En Italia también se usa esta técnica y los lugares que hacen esos moldes se llaman fornacce y en los entornos de Valencia hay mucha tradición de arcilla cocida. Las fornacce son como los talleres de fundición para el metal. (Ureña, Correo,20/06/2008)
No en vano la Escuela es llamada, también, “El Escorial de Hispanoamérica”.
Los hijos crecen y tres de ellos viven su adolescencia en Panamá; es un período de vida social muy activa para toda la familia, nuevamente Antonio hace buenos amigos y realiza constantes viajes a Venezuela y a Colombia donde aún viven sus hermanas y un sobrino en la hacienda propiedad de la familia; nunca más regresarán ellas a España. En los álbumes de familia hay muchísimas fotos de fiestas, reuniones, varias jóvenes hermosamente ataviadas con la “pollera” panameña y el cabello recogido con sus muy delicados adornos y flores; los chicos en el club jugando tenis o haciendo excursiones en el campo. Fotos de la cosmopolita zona del canal, los barcos…el mar de Panamá; todo aquello era un contraste de lo que estaba por vivir España: el 17 de Julio de 1936, se subleva Francisco Franco, estalla la Guerra Civil.
Más que una revuelta social o política, el hogar de Antonio se siente conmovido por las agresiones de las que, constantemente, es víctima la Iglesia Católica, por parte de los republicanos y sintiendo, la familia, que debían hacer algo por contribuir en esa “nueva cruzada” del siglo XX, Elvira acompaña a su hijo mayor, Álvaro, a España para que, desde el frente, defienda a la Iglesia, a la Patria y a la Monarquía, una trilogía que había permanecido unida en la educación familiar. Alto, altísimo como era, Elvira encuentra una excusa para hacerle un uniforme a la medida: en las fotografías Álvaro parece un personaje de las películas de Hollywood. En la realidad, poco habló Álvaro del frente, sólo contaba que no tuvo que salir con el fusil porque trabajaba en telecomunicaciones y que, más de una vez, fue castigado a “pelar patatas” por alguna que otra rebeldía, poco le servía, en esas circunstancias, el año de canto que había estudiado en Florencia . Elvira, madre heroica, regresó a Panamá junto a su familia.
Varias son las obras que realiza Antonio en Panamá, además de la decoración de la Escuela Normal, algunas de ellas están aún por identificarse plenamente, otras las realiza en sus años de permanencia en ese país. El Monumento a la petisa Amelia Denis de Icasa, escultura del presidente Porras, busto del Maestro Abelardo Herrera, en Aguadulce y, años más tarde, un Monumento a Roosvelt que realiza en Venezuela. Durante un tiempo hubo rumores acerca de algún monumento que conmemorara o al menos embelleciera la zona del canal, lo que incluso se comento en la prensa:
I hope that the local power-that-be on both of the sides of the line, Panama and the Canal Zone, will get in touch with Rodríguez del Villar and engage him to do some work here on the Isthmus. The Lord only knows that we need some examples of proper sculpture in our midst as the effect of great works of art have on humanity cannot be underrated(…) Antonio Rodríguez del Villar is a Spaniard, of the old school; a gentleman in every sense of the word and an artist at heart.(…Daily Morning Newspaper)
(Espero que el poder local que se encuentra a ambos lados de la linea, Panmá y la Zona del canal, se ponga en contacto con Rodríguez del Villar y le encargue algún trabajo en el Istmo. Dios sabe que necesitamos algunos ejemplos de escultura apropiada en nuestro medio ya que el efecto de grandes obras de arte sobre la humanidad no puede ser despreciado (…) Antonio Rodríguez del Villar es un español de la vieja escuela, un caballero en todo el sentido de la palabra y un artista de corazón.
POSGUERRA EN ESPAÑA
El primero de abril de 1939 se anuncia, a través de la Radio Nacional de España el último parte oficial de guerra:
En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, uno de abril de 1939. (Vizcaíno Casas, 1975, p.11)
Un año después, Antonio decide regresar a la patria.
Bendiciones papales y cardenalicias llovían sobre el Generalísimo Franco y su “glorioso ejército español”, la recuperación del país no iba a ser fácil y, desde luego muy lenta a pesar de que, por ejemplo: “A los tres meses de terminada la guerra, la actividad teatral se había normalizado en todo el país” (Vizcaíno Casas, 1975: 33), en octubre se reabrieron las universidades y en ese mismo mes se jugaron los campeonatos regionales de fútbol; sin embargo, la vuelta a la normalidad parecía un esfuerzo desesperado de los españoles por seguir adelante sin, perder el tiempo en reflexionar demasiado o mirar atrás y cuestionar estaba prohibido: y a pesar de que “el nuevo Estado español anunció desde un principio la derogación de la legislación laica, devolviendo así a nuestras leyes el sentido tradicional que es el católico” (Vizcaíno Casas, 1975: 52) la Iglesia, en la persona de algunos prelados expresaba su descontento con la “velada pero indudable censura a ciertas medidas de discriminación y represalia adoptadas en los meses inmediatos al final de la guerra civil contra los vencidos” (Vizcaíno Casas, 1975: 54). No todo era felicidad tras la victoria y, mientras “queda terminantemente prohibida la asistencia de menores de 14 años a las sesiones ordinarias de cine” otras medidas concentraban más la atención de quienes debían “pelear” día a día en la “batalla” de la adquisición de alimentos: carestía, acaparamiento, especulación, inflación y cartillas de racionamiento eran dolorosas secuelas de la guerra civil.
En España la vida era absolutamente diferente de lo que recordaba la familia Rodríguez del Villar. El hijo mayor se recuperaba de la experiencia en la guerra; Julio, con diecisiete años se escapo como legionario a Rusia con la División Azul y Gonzalo, con unos años menos, les dio a sus padres el susto de su vida cuando, en el aeródromo al que asistía con frecuencia a observar y a disfrutar de cortos paseos aéreos, se escapó con un planeador y voló, absolutamente solo, durante lo que les pareció a sus padres una eternidad.
Los hijos habían dejado de ser los chicos obedientes, formales y predecibles que adornaban el hogar; así, cuando Antonio volvió otra vez sus ojos hacia América donde esperaba encontrar menos preocupaciones y más trabajo, Álvaro decidió quedarse en España junto a Julio que recién regresaba de una aventura tan fría como peligrosa.
Antonio se queda en España hasta el año 42, siempre intermitentemente ya que viajaba a Panamá –para finalizar la Escuela Normal-, Colombia y Venezuela donde una serie de encargos lo conectan con Caracas, allí busca un estudio agradable, donde trabajar y una casa grande y cómoda para recibir a su familia.
lunes, 22 de junio de 2009
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